Adiós, Europa, Adiós

Hoy me he acordado del célebre discurso de Steve Jobs en Stanford. Concretamente de su primera historia, la de conectar los puntos. Ciertamente, comentaba Steve Jobs que hay que perseguir aquello que se ama. En el futuro se podrán conectar esos  puntos o hechos del pasado de una manera coherente, haciendo que cobren sentido de forma exitosa.

La decadencia romana (Louvre 1847)

La decadencia romana (Louvre 1847)

Leyendo las declaraciones de ayer de Barroso se me vinieron a la mente otras dos cuestiones ya tratadas con amigos hace tiempo, y que como los puntos de Jobs, parecen apuntar, esta vez a un siniestro futuro en Europa si no le ponemos remedio.

Dice el Presidente de la Comunidad Europea Durao Barroso que Europa ha perdido dos billones de euros en crecimiento desde que comenzó la crisis (2007-2011). Esto quiere decir que los europeos hemos dejado de hacer negocios y de producir por valor de 2 billones de euros en unos 4 años, y que por supuesto, alguien lo habrá hecho por nosotros. Para quien no repare con claridad en la dimensión de esta cifra, digamos que esa cantidad equivale al Producto Interior Bruto de Francia.

En el hipotético caso de seguir a este ritmo, significaría que Europa perdería en los próximos 4 años negocios y producción por valor de «otra Francia» , mientras que las elefantiásicas hiperestructuras de los estados seguirían igual. A falta de reformas esto significaría tener que sufragar estas estructuras burocráticas con deuda pública más que proporcional originada por la caida de ingresos tan brutales que generaría tamaña pérdida de PIB. No sigo por aquí, saquen ustedes sus propias conclusiones.

A colación de lo anterior y como segundo punto de Jobs diré que hace unos tres años, un buen amigo, que es ingeniero superior y que trabaja en una importante empresa de tecnología, me comentaba que estaban desarrollando un proyecto a medias con una tecnológica brasileña. Me hablaba maravillas de los ingenieros brasileños, de su capacidad de trabajo, de su eficiencia, de su preparación y sobre todo de su seriedad a la hora de trabajar. La parte española, a primera vista del primer mundo, destacaba, en cambio, por la improvisación, por el no cumplimiento de timings y por otras cosas que no reproduciré aquí, suscitando, como poco, el estupor de sus colegas brasileños.

Con no ser esto bastante, apareció este verano pasado el tercer punto de Jobs. Conversando con otro magnífico amigo, profesional de la medicina, sobre el modelo de externalización de servicios médicos que está llevando a cabo la sanidad publica portuguesa, de la que es parte activa, comentábamos la oportunidad que ese modelo suponía para empresas de sanidad privada en España, o en países excolonias como Angola, donde todo está por hacer. Cuando le dije que por qué no desarrollar el modelo en el gigantesco Brasil, me  espetó: Ya fuimos y los sondeamos al respecto. No están interesados. La respuesta que obtuvimos fue literal: Europa está caduca.

Unan ustedes estos puntos, añádanle otros, como el sostenimiento artificial de nuestros ineficientes megaestados a través de ingentes cantidades de deuda pública, los pésimos sistemas de educación y la pérdida progresiva de valores, y a ver donde se conectan en un futuro no muy lejano.

¿Cuántas Francias tendrán que caer antes de que nos demos cuenta de que cada vez pintamos menos en el mundo? Si encontramos a los líderes adecuados y reaccionamos con rapidez y determinación, quizás todavía estemos a tiempo de volver a ser lo que fuimos.

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